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En la piedad cristiana existe una breve y frecuente invocación en prosa que dice:
"Veni, Sacte Spiritus:
reple tuorum corda fidelium,
et tui amoris in eis ignem accende".
Se suele seguir con la invocación del Salmo 103.3: "Emitte Spiritum tuum, et creabuntur; et renovabis faciem terrae"
Y se completa con la plegaria: "Deus qui corda” ... "Oh Dios, que has ilustrado el corazón de tus fieles con la luz del Espíritu Santo. “Concédenos conocer las cosas rectas de este Espíritu y gozar siempre de sus espirituales consuelos".
Esta plegaria pretendió ser una síntesis de la bellísima secuencia de la misa de Pentecostés: "Veni, Sancte spiritus e emitte coelitus", que se remonta al siglo XI y fue atribuida Inocencio III o acaso a Esteban Langton, abad de Canterbury.
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